Algunas similitudes que nos podrían acercar a imágenes que nos ayudarían a entender mejor nuestros razonamientos económicos.
Efecto mono
Llamamos así, aquí, a la conducta basada en la tentación y en el querer todo. Se basa en la tentación que tiene el mono de agarrar caramelos y que sirve para atraparlo. Se ponen los caramelos en una botella que tiene boca lo suficientemente ancha para que el mono pueda meter la mano vacía, pero suficientemente angosta como para que no pueda sacar el puño lleno de caramelos. El mono no quiere soltar los caramelos y pierde, así su libertad. En este libro aplicamos este efecto al comprador que, por comprar barato, pierde, a veces, más que la diferencia de precios, por no considerar sus posibilidades de perder su empleo a consecuencia de su compra.
Nos dice una señora; “Una vez que uno se acostumbra a algo ya no se puede volver a lo anterior (ejemplo: de plancha eléctrica no se puede volver a plancha de carbón)”. “¿Y si no se puede pagar?”-le preguntamos. “Entonces hay que buscar alguna forma”. Indudablemente, el “efecto mono” es fortísimo y nadie quiere soltar lo conseguido, aunque ello le reporte más penas que alegrías. Y seguramente por la misma razón los chinos fumadores, acostumbrados al opio hindú, no quisieron dejar de fumarlo. Prefirieron perder la “guerra del opio”.
Efecto Luciano
Llamamos así, aquí, a lo que se produce si dos socios están en un proyecto común luchando por alcanzarlo y uno de ellos recibe un golpe de suerte y progresa y no quiere continuar con el otro el
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proyecto común, y pasa a otro proyecto más ambicioso, abandonando a su socio. Lo llamamos Luciano, porque éste era el nombre de un socio que tuvo el autor de este libro en su adolescencia, y al cual abandonó.
A veces los patrones piensan en recompensar a sus asalariados cuando la empresa progrese pero, en general, lo olvidan. Los países adelantados no ayudan a los atrasados: se dedican a hacer proyectos avanzados, como investigaciones espaciales, automóviles más cómodos, aviones más eficientes, armas más sofisticadas, etc., y se olvidan de las desdichas de los países atrasados. Podríamos llamarlo, también, “efecto olvido”.
Leemos en el diario: “Ya se proyectan viajes espaciales para el 2010 y el 2040” pero no leemos en parte alguna y en ningún tiempo “La pobreza será erradicada, por fin, en el 2010” . Esto muestra el “efecto Luciano”: una vez en la cima quedan olvidados los proyectos solidarios en aras de proyectos propios.
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