domingo, 17 de febrero de 2013

El compre local y el empleo

  La “compra local” como arma para no perder el empleo
  Si estudiamos la evolución del desempleo y de la pobreza a lo largo del siglo XX en Argentina, vemos que, a principio del siglo casi no había empleo en industrias; casi todos los trabajos estaban relacionados con las cosechas. Durante la década del 30 la desocupación y la pobreza en la Capital eran agobiantes. Recién alrededor de 1943, durante la segunda guerra mundial, se produjo, en Argentina, una disminución del desempleo y una disminución de la pobreza.
  La disminución del desempleo durante la segunda guerra mundial podría explicarse por la disminución de importaciones provenientes de los países en guerra. Significaría que, cuando no hay importaciones, disminuye el desempleo. Esto concuerda con lo que vimos anteriormente, porque al no haber productos exteriores no se los puede comprar, y es necesario “comprar local”.
  Y aparece como lógico razonando que lo que no viene fabricado lo tiene que fabricar uno y eso hace que se emplee gente. Sin embargo, el razonamiento lógico no parece suficiente, y por eso hemos recurrido al recurso histórico, que correlaciona bien las variables importación y desempleo. El razonamiento lógico en Economía no nos parece definitorio, porque en cada hecho económico hay muchas variables en juego y, consultados varios economistas sobre un mismo hecho, dan versiones generalmente encontradas.
  Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, entraban pocos productos importados (incluso llegaron a faltar neumáticos para los colectivos, los cuales transitaban sobre los rieles de los tranvías). Eso hizo que muchos productos se fabricaran aquí con capitales

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propios o de europeos que escapaban de la guerra. No eran capitales de casas matrices europeas. No podemos decir que los productos fabricados aquí en esa época fueran más baratos que los que se habían estado importando (textiles, por ejemplo) pero como toda la gente tenía trabajo, la carestía no se sentía y todo el mundo se sentía bien. Había mucho trabajo, en parte para abastecer a nuestro pueblo y en parte para exportar a los países en guerra. El recuerdo de esos días nos hace apreciar más el tener empleo que el comprar barato. Tener empleo hace sentirse digno. En los años 1940, 1941, 1942, había mucho desempleo. El que tenía trabajo vivía bien, pero mucha gente tenía trabajos temporarios (trabajaba un mes y estaba desocupado dos meses, por ejemplo).
  En consecuencia, podemos reforzar la hipótesis de que las importaciones aumentan el desempleo. Esto se confirma con los países que tienen poca industria, que exportan sólo materias primas y que importan todos los artículos de consumo, y que tienen, en general, altos índices de desempleo. He aquí una tabla (año 2003)
          Alemania                      9,8%
          Argelia                        27,3%
          Uruguay                      16,9%
          Filipinas                      10,1%
          Australia                       6,0%
  ¿Qué es lo que debería hacer el comprador para no generar desempleo y pobreza? Puesto que genera desempleo y pobreza al comprar productos exteriores, le convendría comprar sólo productos locales, o comprar los productos exteriores estrictamente necesarios que no se pueden fabricar en el municipio. Si en el municipio se fabrican tornillos, no debería comprar tornillos exteriores, aún cuando fueran más baratos y de mejor calidad. Y trasladando esto a cada municipio llegamos a la conclusión de que se debería “comprar local”, o sea lo que se fabrica en el municipio, por encima de lo que se fabrica en el país.
  Entiéndase bien: no estamos hablando de lo que le conviene al comprador, en el momento de la compra, sino de lo que le conviene a largo plazo, porque el comprar algo exterior aumenta el desempleo y, si la suerte no lo acompaña, uno de los desempleados

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puede ser el que está comprando. Aquí interviene la inteligencia del comprador, no su instinto.
  Con el “compre local” tal vez se podría haber capitalizado Argentina, es decir, desarrollar su industria, a principios del siglo XX, utilizando para las compras de productos locales las divisas obtenidas por los salarios que dejaban en el país las exportaciones de trigo y vacas. La falta de capitalización se debió, posiblemente, a la cantidad enorme de productos importados que se consumían a principios de siglo, incluyendo las importaciones de bienes suntuarios de los oligarcas. Dentro de este desgraciado panorama es de destacar que esas importaciones de bienes suntuarios eran más provechosas que el gasto de los ricos en Europa, porque la construcción de las mansiones daba trabajo a muchos trabajadores. Y este trabajo era pagado con salarios que se mantenían dentro del país, en lugar de pagar salarios a trabajadores europeos. Todo este dinero debería haber sido empleado por los trabajadores en comprar productos locales, industrializando al país, si es que se quería disminuir la desocupación.

  Problema:
  ¿Qué sucedería si, en un municipio, comprara productos locales sólo el 20% de sus habitantes? ¿Qué sucedería si los patrones de ese municipio sólo les dieran empleo a los que sólo compran productos locales?
  En el primer mes las fábricas locales trabajarán a plena marcha, pero como sólo venderán el 20% de la producción, moderarán su actividad en el segundo mes. Al tercer mes, como siguen vendiendo el 20%, se limitan a fabricar este porcentaje. Los asalariados serán despedidos en un 80%. Si es al azar, del 20% que queda trabajando sigue “comprando local” y el otro 16% sigue comprando exterior, de modo que la producción bajará al 4% y, luego de un año, todas las fábricas cerrarán y quedarán todos los habitantes del municipio desocupados.
  Si sólo logran empleo los que “compran local”, entonces, al despedir el 80%, los despedidos son los que compran productos exteriores. El 20% que “compra local” sigue trabajando y sigue

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“comprando local”, y la producción en el municipio se estaciona en el 20% y sigue así indefinidamente.
  Esto mostraría que a los patrones les conviene tener como empleados sólo a los que compran exclusivamente productos fabricados en el municipio y que, en caso de crisis, les conviene despedir a los que compran productos exteriores.

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