domingo, 17 de febrero de 2013

CUESTIONES SOBRE LOS CONTENIDOS ANTERIORES Y QUE PUEDEN AYUDAR A FIJAR IDEAS SOBRE ELLOS
  El que uno sea más pobre que lo que merece, podría deberse a lo que roban los políticos, y podría deberse a los empleados públicos de sobra, pero el desempleo no puede ser atribuido a esas causas. Hay que diferenciar bien.

  La gente dice : “Si robaran menos...la economía andaría bien”. Eso es una ilusión, y conviene a los economistas. Así no se nota

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que la culpa es del sistema y no de los  corruptos.

  El que es dependiente de los caudillos provinciales es el desocupado. El esquema es así: los terratenientes cultivan y exportan y pagan impuestos. El caudillo reparte los impuestos entre sus empleados públicos que son sus correligionarios. Los demás integrantes de la población quedan excluidos y viven como pueden y, si el caudillo les arrima alguna limosna en vísperas de elecciones, votan por él. Los excluidos no podrían hacer “compre local”, para fortificar la industria local y oponerse a la fuerza de los terratenientes, porque no tendrían con qué.

  En el siglo XX hubo dos tendencias: fabricar mucho y repartir como se pueda (EEUU) y fabricar lo que se pueda y repartir bien (URSS). Ninguna fue concluyente. Actualmente estamos de nuevo en la primera. ¿Podremos encontrar algo intermedio, como fabricar no tanto y repartir más homogéneamente? De eso trata este libro.

  La gran ilusión que tienen los economistas, y la gente en general, es que el Capitalismo, buscando cada uno (empresarios, obreros, compradores) el máximo de beneficio, cierre. Pero no cierra, y la realidad así lo demuestra.

  La Economía es, actualmente ( y desde que comenzó el Capitalismo), una guerra de valores agregados: el que le vende a
otro productos con mayor valor agregado y le compra productos con menor valor agregado gana.

  Muchas conferencias sobre críticas a la economía son sólo exposiciones de cómo roban “legalmente” los poderosos burlándose de las impotencias del conferenciante y de los asistentes a la conferencia.

  Los economistas son como los políticos: yerran frecuentemente. Todos los planes de ministros de economía y todos los comentarios

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de economistas privados tienen un porcentaje de ambigüedad, porque sus verdaderas intenciones no conviene que sean reveladas (sectores a quienes beneficia) y porque no tienen seguridad de que los planes se cumplan realmente en la práctica.

  Los economistas son como los médicos cuyos pacientes les hacen caso o no, según les parezca. Los economistas dicen: “los operadores no respondieron como se esperaba a la disminución de la tasa de interés”. Los médicos dicen : “los pacientes no siguieron las prescripciones”.

  Se dice que EEUU es un país para la guerra. En realidad, todos los países son para la guerra, según cuáles sean sus potenciales enemigos. Cuando fue para exterminar a los indios o para destruir al Paraguay que quería industrializarse, Argentina fue un país para la guerra.

  Propaganda por radio: “Compre en XXXX, que tiene los precios más bajos”. Este aviso, aunque no lo creamos, es proimperialista. ¿Por qué? Porque, seguramente, es de una empresa grande, que puede hacer precio. Esta empresa grande desplazará a otras pequeñas, éstas cerrarán sus puertas, y se continuará la concentración económica.

  Lo de las “exportaciones diferidas” muestra una astucia genial.
Es el panadero que compra harina a cambio de papelitos y luego cambia los papelitos por pan y facturas.

  Resumen de lo desarrollado en el Libro Segundo
  La “homeostasis económica” podría ayudar a distribuir más equitativamente la riqueza.
  La “compra por superyó” podría disminuir la maldad a nivel mundial.
  El “comprador integral” tendría un peso político muy grande, que podría manifestarse instantáneamente.
  Quien se transformara en “comprador integral” participaría en

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política durante todos los días de su vida.

FIN DEL LIBRO SEGUNDO

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