LIBRO SEGUNDO
Intervención del comprador en Política
Ejemplos de aplicación de los poderes del comprador
Vemos en una película norteamericana una exhortación, tal vez en un año cercano a 1943: “Compre esta lapicera para colaborar con el esfuerzo de guerra”. Aquí se muestra el poder del comprador, al que se le pide que desvíe sus gastos hacia la guerra en lugar de desviarlos hacia gente que usaría el dinero ganado para otros fines (comprar un helado, por ejemplo). En otras palabras: con su dinero el comprador pagaría a alguien que fabrica armas para la guerra en lugar de pagar a alguien que hace el helado. Se obtendrían armas y no helado.
El comprador podría intervenir en la Bolsa de Valores. En efecto, al comprar preferentemente productos fabricados por una empresa que cotiza en la Bolsa haría que subieran las acciones de esa compañía. Inversamente, si dejara de comprar productos de ella, haría que sus acciones disminuyeran su cotización.
Si no se le compran productos a un país, éste declina (queda obligado a conformarse con su producción interna y no puede intercambiar productos con otros países). El perjuicio que le pueden provocar los compradores al no comprarle a un país que exporta productos manufacturados es importante. Así mismo lo pueden beneficiar mucho si los compradores compran preferentemente productos de ese país.
Vemos así que los compradores podrían tener el poder de intervenir en la economía de otros países, principalmente de los industrializados. Esta posibilidad de intervenir se atribuye, en la actualidad, solamente a los gobiernos de los países, y se les da el nombre de “sanciones económicas”. Por supuesto, un consumidor final puede hacer muy poco, pero mil millones de consumidores finales pueden hacer milagros. Un grano de arena en la playa no es nada, pero muchos millones hacen la playa.
La veracidad de las informaciones es fundamental y podría confundir al comprador una información falsa o una
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desinformación, pero al cabo de poco tiempo se sabría la verdadera
información y, como la acción del comprador podría ponerse de manifiesto en cualquier momento o dejarse de realizar, también, en cualquier momento, lo ajustado de la intervención no dejaría lugar a dudas. Además no podría argüirse que una medida está aceptada universalmente si las compras indicaran lo contrario. Sería como estar bajo la mirada de un juez insobornable.
No todos los compradores tendrían opiniones concordantes. Una concordancia grande entre compradores sería una situación límite. Entre nada y esa situación límite se podría presentar cualquier posibilidad.
Todos los ejemplos anteriores muestran que los compradores podrían utilizar sus poderes económicos con fines políticos, porque favorecerían o perjudicarían las decisiones políticas de los países.
Sobre poderes del comprador
Las canciones de protesta, los piqueteros, los que piden trabajo a San Cayetano, los que manifiestan contra la guerra, las quejas de Discepolín, tienen algo en común: creen que la solución de las calamidades sólo puede provenir de los dirigentes. Ellos se sienten incapaces de hacer nada. Ninguno piensa que con la compra serían fuertes.
Se dice que “para levantar al país hay que hablar menos y trabajar más”. Estamos totalmente en desacuerdo. Preferimos decir “para levantar al país hay que comprar aplicando toda nuestra “inteligencia” y seguir trabajando ni más ni menos que como lo hicimos hasta ahora”. Está bien demostrado que el trabajar más sólo enriquece a los más ricos. Según lo que se pretende demostrar en este libro el comprador podría distribuir mejor la riqueza, de modo que la parte que corresponde a los más pobres mejoraría sustancialmente si se hicieran las compras en la forma adecuada. Por lo tanto,” habría que hablar lo mismo, pero comprar con mejor criterio”.
En general, nosotros, los argentinos, no denostamos a nuestra
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industria nacional tanto como denostamos a nuestros compatriotas. Los denostamos cuando decimos que en Argentina los habitantes no son ordenados, que no respetan las normas de tránsito, que tiran basura en donde no se debe, etc. Somos muy negativos y poco creyentes en que podemos, junto con nuestros compatriotas, tener un desempeño muy bueno, sobre todo si aprendemos a comprar lo nuestro.
Uno es individualista principalmente cuando compra. Si fuera solidario cuando compra, seguramente los demás individualismos dejarían de tener importancia.
En carteles de propaganda política hay hombres (o mujeres) levantando martillos, altos los puños, haciendo gestos que sugieren ansias de lucha, pero nunca aparecen estos hombres comprando, con una leyenda que diga “este hombre está luchando por medio de las compras”. Y, sin embargo, ésta sería la forma de lucha más eficaz.
Las asociaciones de “alcance intermedio”, como las asociaciones de PYMES, de profesionales, de comerciantes, de vecinos, tendrían mucho más fuerza con el “compre local”. De movida, las PYMES locales venderían lo que producen, los comerciantes lo venderían, los profesionales tendrían trabajo, los vecinos estarían menos urgidos por problemas económicos y todos podrían influir, sobre todo por medio de sus poderes particulares e influyendo sobre los compradores, en las autoridades municipales (y, en forma más difusa, en las provinciales y en las nacionales) en todo momento luego de las elecciones, y no sólo durante éstas. Las autoridades estarían sujetas a voto constante, y aún muchos candidatos serían introducidos por esas mismas asociaciones de alcance intermedio.
En el Capitalismo el que distribuye la riqueza es el comprador, no el empresario ni el político.
Hay prostitución infantil, no porque la gente sea mala, sino
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porque hay compradores de esa prostitución infantil. Es el comprador quien regula el mercado.
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