domingo, 17 de febrero de 2013

  Sobre “compradores integrales”
  El pueblo necesita un arma que le permita decir “ganás vos o gano yo o negociamos”. Pero lo que tiene actualmente sólo le permite decir “ganás vos, ganás vos y ganás vos”. La “compra integral” podría  ser esa arma.
  
  El acto de compra del “comprador integral” equivale a una votación en un cuarto oscuro. Nadie lo controla ni le da directivas.

  El estar en un país que pertenece a un imperio mundial podría tener cosas a favor, pero tendría en contra el que el centro del imperio no dejaría vivir a uno como a uno se le antojara. Por ejemplo: en un país tenemos trigo y lo vamos a comer (para eso lo plantamos y lo cosechamos) pero desde el centro del imperio nos

                                                   127
dicen que no vamos a comer trigo sino cebollas porque así lo disponen en el plan general. Nos molestaría, indudablemente, y por eso nos convendría ser “compradores integrales” y oponernos  a la construcción de imperios.

  El arma que “acabaría con todas las guerras” que quería Edison (y anteriormente Robert Fulton) y que era poderosísima, podría ser el “comprador integral”, que se opondría naturalmente a las guerras.

  Un experto francés  explica que las clases dirigentes latinoamericanas están compradas por EEUU. El mecanismo es así: muchos grandes empresarios latinoamericanos tienen capitales invertidos en empresas de EEUU, lo cual les reporta dividendos anuales. Si EEUU tiene problemas, esos dividendos disminuyen o desaparecen. Por lo tanto esos empresarios tratan de no estar contra EEUU. Pero estos grandes empresarios intervienen en las elecciones de gobernantes latinoamericanos, pagando parte de las campañas y apoyando a políticos y presionando al gobierno (formando lobby). Y a veces favoreciendo golpes militares. Nosotros agregamos que quienes sostienen a esos empresarios grandes son los “compradores comunes”, porque esos empresarios, por ser grandes, venden más barato y los “compradores comunes” latinoamericanos los prefieren. En resumen: los “compradores comunes” compran barato para sostener, técnicamente, a quienes les eligen sus gobernantes, cosa que, en definitiva, hace que lo barato salga caro. ¿No nos resultaría más barato a los latinoamericanos convertirnos en “compradores integrales”, aunque parezca que compramos un poquito más caro?

  Un empresario que tiene una fábrica y no paga impuestos, perjudicando así al Estado, puede hacer arreglos con políticos corruptos para que no lo sancionen pero,¿cómo haría esos arreglos con sus clientes si éstos fueran “compradores

                                                   128
integrales”? No podría hacer esos arreglos. La masa de compradores es esencialmente incorruptible, porque no alcanzarían las coimas para satisfacer a todos los compradores y porque no se podría identificar a los “compradores integrales”.

  Quienes se ocupan de la “defensa del consumidor” se ocupan de que el consumidor siga siendo “comprador común”. Serían efectivos si se ocuparan de que el consumidor fuera “comprador inteligente” y, mejor aún, “comprador integral”.

  Leído en la entrada de una escuela: “En la sonrisa de un niño está la esperanza de paz para el mundo”. Creo que sería mejor que dijera: “En cada “comprador integral” está la esperanza de paz para el mundo”, porque el “comprador integral” no aceptaría las “picardías” ni las guerras.

  El no pasar los semáforos en rojo lo hace sólo un porcentaje de los automovilistas, pero este porcentaje ayuda mucho al mejoramiento del tránsito vehicular. Con el “comprador inteligente” y con el “comprador integral” podría pasar los mismo para mejorar las economías municipales: un cierto porcentaje de estos tipos de compradores mejoraría los resultados económicos en el municipio.

  Pedir que un país, al que se fortificó comprándole de todo, después de fortificarse “se porte bien”, ayudándonos a fortificarnos a nosotros, es mucho más utópico que pretender que los “compradores comunes” nos transformemos en “compradores integrales”.

  Ser “comprador común” es como tener un sistema inmunológico normal, sano. Ser comprador inteligente” es como tener un sistema inmunológico reforzado con vacunas, que le permite reconocer, rápidamente, lo que es dañino pero que no es conocido. Ser


                                                   129
“comprador integral” es como tener defensas hasta para las células cancerosas.

  Si las empresas grandes ahogan a los gobiernos y los hacen gobernar en contra de sus pueblos, éstos pueden defenderse no comprándoles a las empresas grandes. Esto es político y corresponde al “comprador integral”. El no comprar por ahorro corresponde al “comprador inteligente”. El no comprar a empresas grandes tiene, se ve, doble asidero.

  Desde el punto de vista económico podemos decir, siendo coherentes con los razonamientos expuestos hasta aquí en este libro, que el hombre libre es el que está libre de la influencia de sus instintos y puede hacer prevalecer sobre ellos el raciocinio. En pocas palabras, hombre libre económicamente es el “comprador integral”.

  Se dice que en ciencia el hombre común está cada vez más distanciado de los conocimientos avanzados, pero esto no es problema, porque lo que necesita el hombre común sería ser económicamente “integral”. La parte científica la saben los científicos y el hombre común no la precisa para vivir. Al César lo que es del César.  Si en vez de enseñar tanta matemática, física, filosofía, se enseñara a comprar, habría muchas menos calamidades en nuestro sufriente mundo.

  Es necesario recalcar que en todo lo escrito en este libro no se hace referencia a la necesidad de cambio de ninguna de las formas de dirigir la economía, ni a los pagarés, ni a las letras de cambio, ni a las plusvalías, etc. Sólo se intenta informar de lo conveniente
que sería para los pobres el transformarse en “compradores inteligentes” y en “compradores integrales”.

  El mundo parece ser de los héroes, de los agresivos. Y los mansos,¿tenemos algún lugar, algún poder? Creemos que sí: el de ser compradores. Con las “compras integrales” los mansos

                                                   130                                                  
trataríamos de hacer valer nuestros reclamos, como quería Cristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario