domingo, 17 de febrero de 2013

  Sobre “compradores comunes”
  Las exportaciones de algodón de los estados del sur de los EEUU financiaban los gastos de guerra del ejército del sur durante la Guerra de Secesión. Parece claro que los fabricantes ingleses compraban el algodón y, con parte del dinero obtenido por la venta, se compraban las armas para el ejército del sur. O sea que esos fabricantes ingleses sostenían la guerra. Pero para nosotros la cuestión es algo distinta: los que financiaban al ejército del sur eran los compradores de las prendas de algodón que fabricaban esos fabricantes que compraban el algodón a los estados del sur de EEUU. Eran los humildes “compradores comunes” los verdaderos sostenedores de la guerra.

  Las recetas económicas que nos dan los países más avanzados son perversas: sabiendo que procedemos como “compradores comunes” nos atoran y nos llenan de deudas y nos hacen consumir cosas que no nos son necesarias y que nos llenan de más deudas.

  Grau, famoso jugador argentino de ajedrez, escribió que, en una partida de ajedrez, ganaba el jugador que cometía menos errores y no el que hacía mejores jugadas. Así mismo, el que las empresas multinacionales se anoten triunfo tras triunfo, tanto económicos como políticos, podría no depender de sus capacidades, sino de los errores que cometen los “compradores comunes”.

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  Nos la pasamos pidiendo justicia, pero en nuestras compras hay, muchas veces, injusticia, porque favorecemos a los ricos y desfavorecemos a los pobres, aumentando la injusticia social. Ergo, ser “comprador común” podría ser injusto.

  Alguien dice: “Las cosas van mal. ¿Adónde fue a parar la plata de las privatizaciones hechas en Argentina en la década de 1990? ¿Se la robaron  toda?” No, de ninguna manera. Tal vez robaron o malversaron algo, pero el grueso del dinero está en otro lado. Tratemos de encontrar dónde está. ¿Usted tenía antes televisor color importado, cable de compañías extranjeras, video casetera extranjera, aire acondicionado extranjero, Internet, computadora último modelo y tiraba la computadora anterior por obsoleta? Todo eso costó dólares. Dólares, no pesos. ¿Y de dónde cree que salieron esos dólares? De la fábrica en que usted trabaja no, porque ella no exporta y, por tanto, no percibe dólares. Además, le paga en pesos. ¿No será que, en esos años de apertura, de “bonanza”, le dieron en sus sueldos, traducidos a pesos, los dólares de las privatizaciones para que usted y muchos otros nos “equipáramos”? Y no nos dimos cuenta porque, en nuestro papel de “compradores comunes”, nunca nos pusimos a pensar en el camino que sigue cada dólar que entregamos por los productos que compramos.

  Un grupo guerrillero latinoamericano dice que los gobernantes latinoamericanos actuales son “tenderos” al servicio de los grandes capitales mundiales. Esta declaración es similar a la que hizo un presidente argentino hace unos años, de que los gobernantes son empujados a ser gerentes del conglomerado empresario. Si en vez de quejarse de la conducta de los gobernantes, se quejaran de las conductas de los “compradores comunes”,¿no apuntarían con más precisión?

  Sobre “compradores inteligentes”
  La globalización actual sólo es consecuencia de los “compradores comunes”. Con “compradores inteligentes” no

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habría posibilidad de globalización, al menos como la quiere imponer el neoliberalismo. La globalización para los “compradores inteligentes” sólo podría ser impuesta por desabastecimiento y militarmente. Por  desabastecimiento es por no venderle materias primas a las PYMES locales. O se les compra a los grandes o no se tiene nada. Militarmente por ocupación del país que no quiere comprar (porque está en el “compre local”) invadido por  el país que quiere vender sí o sí y que no se resigna a perder mercado, porque perder mercado lo debilita.

  Lo de que “el que se queja de lo que cuesta la educación haría bien en fijarse lo que cuesta la ignorancia” podría aplicarse tranquilamente a la Economía, con sólo sumar los costos en seguridad, muertes, sufrimientos que causa a nuestra sociedad la crisis económica actual, costos que podrían paliarse por medio de la educación de los compradores. El hombre primitivo tomaría agua de la calle, como hacen los perros, pero el hombre actual no lo hace: fue educado. La educación, para la economía, del “comprador inteligente”, tal vez pueda hacerse en forma similar a como fue hecha la educación para lograr una buena salud.

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