Aproximaciones sucesivas para llegar al “comprador inteligente”
Podemos decir que comprar, tomando en cuenta sólo precio y calidad de un producto, es una primera aproximación a la compra conveniente. Agregar proximidad del fabricante y grandor de éste y grandor del comercio en que se compra es una segunda aproximación.
Aproximaciones sucesivas
Cuando se toma una decisión con respecto a algo que no se conoce bien, diremos que se realiza una “primera aproximación”.
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Ejemplo: comprar por primera vez un producto de cuya calidad no se tienen referencias bien fundadas. A veces se escuchan quejas. “Si yo hubiera sabido...hubiera procedido en otra forma”. Creemos que sería mejor que dijera: “No sabía lo suficiente, y procedí en la forma que me pareció más apropiada. Fue una primera aproximación. La próxima vez que me encuentre en situación similar tomaré una decisión más adecuada, basada en la experiencia adquirida en la primera aproximación. Será una segunda aproximación”. Tras la segunda aproximación viene una tercera, cuarta, quinta, etc. aproximaciones que van mejorando la precisión en la toma de la decisión más acertada.
A este conjunto de aproximaciones lo llamamos “aproximaciones sucesivas”.
Ejemplos históricos relacionados con “compradores inteligentes”
Podemos brindar ejemplos históricos en los que hubo actores parecidos al “comprador inteligente”:
En el primer gobierno del Gral. Perón (1946-1952) se compraba casi exclusivamente nacional (no había más opción, porque los productos extranjeros casi no existían a causa de la guerra) y a esto se sumaban otros efectos que, por ahora, no vamos a considerar. Se generó, así, un “compre nacional”, que era automático y para el que no se necesitaba proceder como “comprador inteligente” porque no había otro remedio. Esto incrementó mucho la producción local en Buenos Aires y se vivía muy bien: muchas familias humildes pudieron hacerse sus casas propias, ya sea con sus sueldos o ayudadas por el Banco Hipotecario Nacional, que otorgaba créditos a pagar en 30 años. El hecho de que era “compre nacional” y no “compre local” tuvo importancia: hizo crecer a la Argentina , pero no a las localidades del interior. Crecieron mucho la Capital y el Gran Buenos Aires, que eran los lugares donde se instalaban la mayoría de las fábricas. Esto hizo que muchos provincianos y también muchos inmigrantes se establecieran en Capital y Gran Buenos Aires y aparecieran las llamadas “Villas Miseria”. A nuestro entender, en el bienestar primó más el “compre nacional”
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que la estrategia económica instrumentada desde el gobierno, lo cual se pudo apreciar en los años 1950 en adelante.
Otro ejemplo:
La guerra del opio fue declarada informalmente a China por Inglaterra en el año 1838 debido a que el gobierno chino impedía entrar en China el opio que los ingleses producían en India. ¿A qué se debió esta guerra? Según nuestro modo de ver se debió a la conducta de los consumidores chinos de opio. Si éstos hubieran advertido a los ingleses que no iban a consumir opio hindú bajo ningún concepto, el opio hindú podría haber ingresado a China sin que se consumiera un solo gramo y para los ingleses no hubiera tenido sentido esa guerra.
Casi se podría decir que los consumidores de opio hindú consideraron a los ingleses como benefactores. Actualmente, la lucha contra el narcotráfico, con todos sus dramas y todas sus muertes, de narcos y de policías, es debida exclusivamente a los consumidores de drogas, los cuales agradecerían entusiasmados a quien lograra una rebaja de precios de la droga, aún cuando ello involucrara una guerra. ¿Y cómo se podría confiar, entonces, en que los compradores pudieran lograr tener una conducta que mejorara la situación de los desempleados? Estos consumidores de drogas no podrían transformarse, nos parece, en “compradores inteligentes”, como tampoco parecían poderlo hacer los consumidores chinos de opio del tiempo de la “guerra del opio”.
En la Guerra del Opio los compradores chinos de opio se aliaron, técnicamente, a los ingleses (tal vez les agradecieron la guerra, porque así tenían la mercadería que ansiaban gracias a un comercio más libre).
No hay, técnicamente, diferencia entre el uso de teléfonos celulares a los que nos acostumbramos y el fumar opio al que se acostumbraron los chinos que citamos anteriormente. El resultado sería el mismo si nuestro gobierno quisiera restringir el uso de los teléfonos celulares: tendría el gobierno dos contras: la de los países que nos venden los celulares y nos venden el servicio telefónico y la de los usuarios argentinos. ¿Tiene salida esto? La tendría únicamente si los compradores admitieran que esas compras son
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agradables, pero que no las puedan hacer porque les hace mal económicamente. ¿Podrían los fanáticos de los celulares transformarse en “compradores inteligentes”, y ayudar a que Argentina progrese? Lo vemos difícil.
Se produjo un caso similar al de la guerra del opio con la llamada “ley seca” en EEUU, en que el Estado intentó impedir el comercio entre los consumidores de alcohol y los proveedores de bebidas alcohólicas. Se produjo una verdadera guerra. Igualmente sucede ahora con los narcotraficantes y los drogadictos y los Estados que quieren entrometerse.
Técnicamente
El vocablo “técnicamente” se emplea en este libro para indicar que un efecto está relacionado con una causa, pero de tal modo que esa causa no produce directamente ese efecto. Ejemplo: “técnicamente perdió la pelea cuando decidió dejar al púgil contrario el dominio del centro del ring”.
Según nosotros, “técnicamente los pobres crean su propio desempleo al enriquecer a los ricos con sus compras”.
“Si dos personas de distinto sexo viven juntas, técnicamente están casadas”.
Otro ejemplo:
El Mahatma Gandhi, en l921, exhortó a sus compatriotas hindúes a no comprar telas fabricadas en Gran Bretaña (India era, en ese entonces, colonia de Gran Bretaña). Y esto fue la introducción de un cierto “compre local” en India. Se limitaba a la tela para hacer vestimentas, que, hasta entonces, era fabricada en Inglaterra y se consumía en India. Gandhi atribuía a que los hindúes compraran tela importada la principal causa de miseria de los hindúes. Era bastante cercano al “compre local” porque propugnaba la fabricación casera de la tela. Era tan local que las fábricas estaban en las propias casas.
Si Gandhi lo logró en India, podría ser logrado en otros lugares. No nos parece, sin embargo, tan fácil: téngase en cuenta que Gandhi era Gandhi, e hizo eso con un solo producto, no con todos.
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Luego se produjeron complicaciones y el mismo Mahatma Gandhi solicitó a su pueblo que dejara de lado ese “compre local”. No parece haber planteado este líder un conocimiento más profundo de la Economía que llevara, al menos, al “comprador inteligente”.
Otro ejemplo:
Las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata se produjeron en 1806 y 1807 y se hicieron con el pretexto de romper el monopolio comercial español y brindar a los habitantes de las colonias del Río de la Plata productos en condiciones más ventajosas (productos fabricados en Inglaterra o en sus colonias). Indudablemente se hicieron considerando que los habitantes de estas colonias del Río de la Plata eran “compradores comunes”. Si estos habitantes les hubieran hecho saber que sólo consumirían productos españoles o productos fabricados localmente, seguramente las “invasiones inglesas” no se habrían producido. Esto parece muy simplificado, pero lo que expusimos es lo que decían los ingleses: “deben estas colonias beneficiarse con el comercio libre”. Y querían, realmente, los habitantes de esta colonia los productos ingleses. Por eso los ingleses volvieron alrededor de 1827, con empréstitos, que son otro tipo de invasión.
Todos estos ejemplos nos demuestran que nunca hubo “compradores inteligentes” y que, de haberlos habido,
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