Desarrollo especial de ciertos temas
El pobre enriquece al rico
Actualmente, la mayoría de los que son ricos logran serlo vendiendo algo (productos, servicios, etc.). El dueño de una fábrica, por ejemplo, se hace rico si logra vender lo que fabrica. No se vuelve rico cuando fabrica, sino cuando le compran. Esto lo desconoce la población, especialmente los pobres. Es así que la porción pobre de la población no tiene idea de que la riqueza de los privilegiados se debe a las compras que realizan, justamente, los compradores pobres. Siempre sucedió que los pobres enriquecieran a los ricos, sólo que en el esclavismo y en el feudalismo era obligatorio, para los pobres, enriquecer a los ricos. Estos se apropiaban de lo que fabricaban los pobres por la fuerza (por supuesto, la fuerza estaba escondida en las leyes de cada época). En el capitalismo, en el mercado libre, en las reglas del mercado, los pobres enriquecen a los ricos sin querer, porque los ricos les ofrecen productos que los pobres necesitan o creen necesitar (necesitan tener colchón, pero creen necesitar Internet). Y si algún fabricante pobre ofrece algún producto, los fabricantes
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ricos ofrecen el mismo producto más barato y los compradores pobres, como quieren “estirar” su dinero, les compran a los ricos, enriqueciéndolos más y haciendo más pobre al que se dedicó a fabricar algo. Y así se ve que, efectivamente, los pobres enriquecen a los ricos, y que los esfuerzos que hacen los gobiernos para revertir la situación, a la cual llaman concentración, serán, en general, infructuosos, porque se quiere ayudar a los pobres tratando de que el dinero ganado por los ricos vaya hacia los pobres (redistribución) pero el dinero que obtuvieron los ricos les fue dado por los pobres y no se ve cómo puede volver atrás. Los pobres, entonces, tienen un gran poder que desconocen: podrían evitar que hubiera fortunas inmensas si compraran a comercios pequeños en lugar de comprar a comercios grandes y comprando productos de empresas pequeñas, como PYMES, aunque resultaran un poco más caros.
El pobre, al enriquecer al rico, que le ofrece productos más baratos, no hace mal, no comete un pecado económico. Y no debe enojarse porque el rico disfruta de su dinero haciendo grandes fiestas mientras el pobre lo pasa mal. El pecado viene cuando el rico ahorra dinero, porque eso produce desocupación. Y esa desocupación deja en la miseria a los que quedan desocupados, y deja con empleos precarios a los que aún siguen ocupados y temen perder sus empleos. Y con esto pierde, el pobre, todo lo que había ahorrado al comprarle al rico.
Paradoja: el candidato popular debe luchar contra los ricos (o ponerlos a raya) mientras los pobres fortifican a los ricos comprándoles productos. Ergo, votar a favor de un candidato pobre u obrero cuando a la Economía la manejan los ricos sería absurdo, porque los ricos no lo dejarían gobernar. Pero si el poder lo tuvieran los “compradores inteligentes” pobres, que no tendería a enriquecer a los ricos, seguramente el asunto cambiaría.
El pobre pretende administrar la riqueza del rico, como si fuera suya propia: “Si lo que se gasta en armas se gastara en ...” Pero
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al rico le escasea el dinero tanto como al pobre. Tiene planes y en esos planes no están los deseos del pobre. Si al pobre le disgusta la conducta del rico no debería entregarle esa riqueza con sus compras.
Siempre se consideró que los ricos son privilegiados. Y seguramente es cierto. Sin embargo, está en manos de los compradores pobres el destino de los ricos, y ya no sería una injusticia el que los ricos fuesen ricos, porque los compradores pobres serían los hacedores de esos privilegios. Es cierto que estos compradores tendrían que pagar, en cada compra, un poco más para evitar el enriquecimiento de los ricos. Pero esta pérdida sería sólo una apariencia: en el total de las compras, todos los compradores pobres saldrían muy beneficiados.
Muchos gobiernos son plutocracias, o sea gobiernos controlados por los ciudadanos ricos. Las plutocracias se perpetuarían porque los pobres vuelven, reiteradamente, a enriquecer a los ricos.
Los pobres acusan a los ricos de fabricar la pobreza, pero es al revés: son los pobres los que fabrican a los ricos.
Procesos primario y secundario
En nuestras acciones podemos proceder en dos formas: según proceso primario o según proceso secundario.
En el proceso primario pensamos en satisfacer nuestras necesidades inmediatamente: estar al día, sin importarnos mayormente el mañana. Uno tiene que darse un gusto, como comer copiosamente, cosa que lo llevará a algo no deseado (engordar) pero uno no tiene en cuenta, en ese instante, las consecuencias no deseadas.
En el proceso secundario se tienen en cuenta las consecuencias: lo que sucederá mañana a causa de lo hecho ahora, lo que sucederá a la semana, al mes, al año, al decenio, al siglo. Cuanto más adelante se vea, más fuerte, más profundo, es el proceso secundario.
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Los asalariados manejan el proceso primario en mucho mayor proporción que los empresarios.
Es difícil ser empresario si no se tiene una alta proporción de proceso secundario en el proceder.
Se puede ver que, a lo largo de la Historia , los que produjeron el progreso fueron los que usaron el proceso secundario y no los que usaron el proceso primario. Los gobernantes, los conquistadores, los científicos, vieron más allá y trabajaron para el futuro (proceso secundario). También es cierto que los que usaron el proceso secundario siempre vivieron a costillas de los que usaron sólo el proceso primario. No parece promisorio intentar que al asalariado se le acostumbre a usar el proceso secundario, más aún teniendo en cuenta que, tal vez, menos del 10% de los asalariados utilice este tipo de proceso, pero sí podría ser promisorio aprovechar a quienes usan el proceso secundario para que se transformen en los empresarios a los que los asalariados ayudarán con sus compras.
Realimentación negativa y realimentación positiva
Realimentación negativa es el proceso en el que el efecto actúa oponiéndose a la causa que lo produce. Ejemplo: si se aumenta el precio de un producto disminuye el número de unidades vendidas y, si se quiere mantener la venta, hay que bajar el precio. Vemos que la causa (suba del precio) produce un efecto (disminución de ventas) que produce una disminución del precio (oposición a la causa).
Otro ejemplo: al comer se produce, cuando se ingiere el alimento, una modificación en nuestro cuerpo que disminuye la sensación de hambre. Lo mismo pasa con la sed.
En síntesis, para que haya realimentación negativa tiene que haber un efecto, y que este efecto, una vez producido, dé origen a una acción opuesta a la original. O sea que el efecto, a su vez, se convierte en causa.
Otro ejemplo: fabricación de vino. El alcohol formado por la bacteria inhibe la actividad de la bacteria. O sea que la producción de alcohol produce la disminución de la velocidad de producción de alcohol.
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En los casos de realimentación negativa siempre se llega a un equilibrio: en el primer ejemplo el precio toma un valor fijo definitivo, en el segundo se ingiere comida sólo hasta calmar el hambre y, en el tercero, el porcentaje de alcohol llega a un máximo y se estaciona en ese valor.
Realimentación positiva es el proceso en el cual el efecto actúa favoreciendo la causa que lo produce. Ejemplo: incendio de un bosque. Cuanto más se agranda el incendio más calor produce y más veloz es la propagación del incendio.
Se ve que para que haya realimentación positiva tiene que haber un efecto. Este efecto, una vez producido, actúa como causa que refuerza a la causa original.
Otro ejemplo: en un baile: uno no sale a bailar hasta que no salga otro. Cuantos más salen más tienden a salir.
Otro ejemplo: avalancha por bola de nieve.
Otro ejemplo: los ricos tienen mejor información que los pobres y especulan con ventaja, lo que los enriquece aún más.
Otro ejemplo: electrocución por agarrar un cable electrificado. Al tomar un cable electrificado con la mano, el pasaje de corriente por el cuerpo contrae más la mano, aprieta más el cable y aumenta el efecto de electrocución.
En algunos fenómenos económicos se produce realimentación positiva. Por ejemplo: el pobre le compra al semirrico porque éste le vende un poco más barato que el comerciante pobre. Estas compras le permiten al semirrico aumentar su poder y pasar a rico y ofrecer los productos aún más baratos, porque compra en mayores cantidades. Con esto los comerciantes pobres se reducen notablemente y se produce la separación social entre pobres y ricos, que se hace cada vez más nítida: ricos los grandes comerciantes y pobres los obreros y los que brindan servicios menores (lustrabotas, etc.). Ricos los dueños de clínicas y pobres los médicos. Ricos los supermercados y pobres los minoristas de barrio. Ricos los dueños de empresas de colectivos y pobres los colectiveros. La realimentación positiva en Economía es lo que produce la concentración de la riqueza: cada vez son menos las personas que son propietarias del 50% de la riqueza mundial. La
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realimentación negativa lleva a estabilizaciones en valores fijos. La realimentación positiva produce crecimientos incontrolables que llevan a procesos explosivos. La realimentación positiva de la Economía nos hace pensar que la Economía no es una ciencia, porque su devenir se hace impredecible, como en Política y en Moda y como la trayectoria de una partícula en un flujo turbulento.
El liberalismo es un desestabilizador del Capitalismo porque genera una realimentación positiva: lo promueve siempre el grupo económico más poderoso y, debido justamente a que es más poderoso, favorece su propio aumento de poder. El “comprador inteligente” sería el estabilizador del sistema capitalista y el “comprador común” sería su desestabilizador.
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